Crítica sin spoilers de Le Chant du loup

El sonido del silencio, el sonido del mar.

Si cerramos los ojos y escuchamos, percibimos más sonidos de los que imaginamos. El agua amortigua y transmite cada sonido con un a frecuencia e intensidad tan precisa que se podría distinguir a kilómetros de distancia el sonido de una aleta de tiburón cambiando de dirección o el de una bomba atómica saliendo de un submarino.

Aunque es un género muy reconocible, el de submarinos, suele tener épocas de vacío. Su alto coste y la escasa rentabilidad que suele generar complican el hecho de que el celuloide se sumerja asiduamente en este tipo de filmes. Si a eso unimos que es fácil fabricar una buena chapuza cinematográfica (con este tipo de producciones) si no se toma el interés y medios necesarios para el guión y la producción técnica, comprenderemos la valentía que ha tenido el francés Antonin Baudry al gastarse 23 millones de euros para realizar esta su primera película.

Aunque se antoje poco si se compara con otros títulos USA, es sin duda una cantidad más que importante para Francia. Y es que el país galo y Netflix han apostado fuerte con este thriller de submarinos que casi está más cerca del cine hollywoodiense (como La caza del Octubre Rojo, Marea roja o Phantom) que de los Pathé. Algunas trazas inverosímiles y determinados giros de guión forzados y estereotipados hacen que el filme pierda algo de sobriedad, desmarcándose de otras producciones de gran calibre como K19, U-571 o Abyss.

Sin embargo, el director sabe reconducir esos bajones con un guión trepidante y crucial en sus momentos clave. Baudry consigue hacer amplios los espacios confinados. Es en esos encuadres y escenarios donde transcurre la mayor parte del metraje, salpicando con cierta poesía los planos amplios y generales. La mezcla de tonalidades rojas y azules tan característica del género se muestra como otro recurso más para transmitir temperatura y atmósfera a la cinta.

Sin ser nada experimental, sí que recoge una sensación más íntima y emocional que de costumbre para este tipo de largometrajes de acción, siendo ese el toque personal del director.

La trama bélica que plantea se adentra en el siempre reminiscente aroma de la Guerra Fría y en la inminente posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. De alguna forma nos hacen ver que nuestras vidas penden de un frágil hilo, y cualquier error puede suponer una catástrofe a gran escala. Pero lo indispensable de la propuesta no es sólo el alarde técnico, logístico y procedimental que confeccionan sobre la confrontación subacuática; sino la introducción de un oficio que la mayor parte de las veces ha pasado a un segundo plano en estas aguas. Esta vez, aunque un poco exacerbado e inverosímil en ocasiones, toma el protagonismo de la acción, de la tensión y del drama.

El joven actor François Civil se mete en la piel de un analista y técnico de sonar con unas capacidades auditivas fuera de lo normal y con un conocimiento casi enciclopédico de la armamentística e infraestructura submarina, toma el testigo para salvar con matices heroicos, propios también de Usa, el devenir de los acontecimientos.

A su lado, compartiendo habitáculo desfilan con acierto nombres como Reda Kateb, Mathieu Kassovitz, Paula BeerOmar Sy (Intocable). A mi juicio, este último uno de los actores franceses con más carisma y versatilidad del momento. 

Eso sí, no cabe la menor duda de que el personaje principal de esta película es el sonido. El oscarizado Randy Thom (Los increíbles, Forrest Gump, El renacido, etc…) en el diseño de sonido y Tomandandy (reconocido por sus bandas sonoras en filmes de terror como Los extraños, Sinister, Resident Evil, etc…) con la música, crean el clima y el compás oportuno en cada una de las escenas. Gracias a ellos el espectador bucea en el peligroso Mar Mediterráneo, gracias a ellos sabemos cómo suena El Canto del lobo.

Artículo anteriorPodcast series tv: NOS4A2
Artículo siguienteCrítica sin spoilers de Cementerio de animales

5 COMENTARIOS

  1. No se porque, despues de leer esta reseña , recorde esto:

    Leí que la masturbación trae consigo una notable mejora en el léxico. Me quedé absorto ante tal afirmación carente de raciocinio. Me exacerba cuando de soslayo, un petulante enarbola cultismos de rimbombantes como banales corolarios cuyo efímero fin es obnubilar.

    en fin.

    • ‘No sé por qué’, al leer tu comentario, ‘recordé’ que masturbarse además de ser bueno para la ortografía, también previene enfermedades.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.