El juego del calamar: la serie de la que todo el mundo habla

Reseña escrita por Fran Muñoz

¿Fornite o Parásitos?

Analizamos El juego del calamar. El cine surcoreano lleva tiempo haciendo buenas producciones y posteriormente se sumó al mainstream de las series palomiteras y entretenidas para no quedarse sin parte del pastel del streaming.

Sin duda, se han hecho expertos en hacer grandilocuentes escenas de acción con la última tecnología y contar historias basadas en películas ya rodadas cogiendo un poco de aquí y un poco de allá y hacerlas al modo surcoreano. No es nada malo, al contrario, si una historia ha tenido éxito o parece interesante, ¿por qué no darle una vuelta de tuerca y aderezarla con una buena dirección, planos, contrastes y metáforas sobre la sociedad?.

En el caso del juego del calamar, veremos una influencia en anteriores películas con varios elementos comunes, el mundo gamer, la supervivencia humana en forma de espectáculo para disfrute de terceros; con una diferenciación entre los que son los que matan y los asesinados, reflejando la dualidad entre la clase social bien marcada y señalada para comprensión del espectador.

Elementos que ya hemos visto en películas como Perseguido (Arnold Schwarzenegger, 1987), Cube ( Vincenzo Natali, 1997), The Hunt  (Craig Zobel, 2020) o la merecida oscarizada Parásitos (Bong Joon-ho,2019). O en la también serie de Netflix: Alice in Borderlands.

En El juego del calamar nos encontraremos otro modelo sobre la supervivencia humana con unos tintes bastante sádicos.

¿De qué va la serie El juego del calamar?

Muy resumido podemos decir que buscan a unas 456 personas en unos juegos con apariencia netamente infantil que ya al principio de la serie veremos que los surcoreanos han jugado en su infancia, pero que en este caso si pierden los matan de forma un tanto gore. En cambio, los ganadores de este peculiar concurso se llevan como premio un importe de unos 30 millones de euros al cambio de wones (moneda surcoreana).

Si te gusta el humor negro, vas a disfrutar con esta serie, ya que, aunque sea sanguinaria en varios momentos tiene un ese humor negro detrás de la narración.

Esta mezcla es muy usada por directores coreanos, elementos como la violencia, terror, drama y comedia en sus producciones, a veces incluso en el mismo plano, consiguiendo un resultado peculiar lo que lleva al espectador a tener una respuesta violenta cuando lo visualiza, muy patente en Parásitos y su mezcla de comedia y drama.

Además, en el Juego del calamar, el director juega con el contraste, violencia y juegos infantiles, es decir, coge un elemento inocente como es un juego de la infancia como pretexto para matar a un gran número de personas para el disfrute de la clase alta.

También, podremos apreciar contrastes en los colores usados en el metraje, usando tonos pastel (infantiles), iconografía también infantil, y algunos más que no debo desvelar.

Veremos una diferenciación social, entre los que participan en los juegos, que son gente endeudada y con problemas graves económicos y los que organizan estos juegos, que sería la clase poderosa o más adinerada.

Al final, nos encontramos, como he mencionado anteriormente una metáfora de las clases sociales que nos encontramos en Parásitos, la cual también nos muestra la diferenciación entre los que manejan el dinero y los que están por debajo en la escala social por la falta del mismo y que viven en la miseria.

El responsable de esta “nueva” locura surcoreana de Netflix

Escribe y dirige la serie Hwang Dong-hyuk (1997), responsable en su haber de cuatro largometrajes, siendo el más conocido en occidente The Fortress (2017), película épica medieval coreana que puede ser algo lenta, pero que el cinéfilo más purista sabrá apreciar.

La puesta en escena de este film con la serie tienen en común que se nota el gran presupuesto que hay detrás, la puesta en escena con grandes planos generales y espectaculares, los cuales nos recuerdan mucho a otras series como El Cuento de la Criada (HBO) o la archiconocida La Casa de Papel (Netflix), también nos puede parecer una formula hollywoodense por su espectacularidad por los planos que nos muestran, algo habitual en los creadores surcoreanos que buscan exportar sus películas a occidente

Cine coreano

Desde Parásitos, sin duda está de moda, aunque lleve ya décadas funcionando.

Citar por ejemplo, La Criada de Kim Ki-young (1960), que de hecho se encuentra hilada precisamente con el protagonista del Juego del Calamar, Lee Jung-jae, ya que es el protagonista del remake de la citada película realizada en el año 2010, dirigida por Im Sang-soo.

También es protagonista de la ya comentada anteriormente The Fortress trabajando con el mismo director del Juego del Calamar. Estamos ante un tándem surcoreano director-actor que, como en otros muchos casos en mundo del mundo del celuloide, se repite (Tarantino- Samuel L. Jackson, Cleant Eastwood-Cleant Eastwood, bueno, en este caso es el mismo, pero es tan grande que él puede con esto, firmando películas con mayúscula).

Al protagonista del Juego del calamar podemos verlo en varias películas pero la más reciente es Libéranos del Mal ( Won-Chan Hong, 2020).

Los juegos

Este punto es uno de los más divertidos y hace que la serie sea adictiva. Consta de seis juegos, los cuales de alguna forma se indican cuales van a ser, pero que hay uno en concreto que es el más intenso por motivos que dejaré al lector que lo descubra por si mismo.

Narración que engancha

Conforme vayamos viendo capítulos iremos conociendo a los personajes que participan en los juegos y por lo tanto, tras cada uno de los visionados iremos empatizando con cada uno de ellos, hasta el punto de meternos en su papel y empatizando con ellos conforme van pasando a los siguientes niveles.

Por esto, es la analogía con los videojuegos, ya que se trata de ir pasando niveles para por un lado avanzar en el juego y llegar al final en el que te espera una suculenta recompensa económica pero que si fallas el precio que pagas es muy alto.

Su nivel de adicción hará que visualices sus 9 capítulos en pocos días, pero sin dejarte un trasfondo más allá del recuerdo a corto plazo o para comentarla con tus compañeros seriéfilos.

La serie va de más a menos, pero tiene un final que vuelve a subir muchos enteros y que deja entrever una segunda temporada.

Si tienes ganas de más, siempre puedes buscar videos en Youtube del programa veraniego El Gran Prix o el clásico Humor amarillo tan de moda en los años 90, con la obvia diferencia de que en estos casos el que pierde se vuelve a casa de una pieza.

Podcast SerieManiac (jueves 21 de octubre – El juego del calamar)

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