Análisis de la serie Peaky Blinders

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Hoy realizamos una crítica sin spoilers de la serie Peaky Blinders, que en los últimos tiempos se ha convertido en una serie de culto seguida por millones de telespectadores en todo el mundo.

Pese a que la serie se estrenó por primera vez en 2013, son muchos los que se han enganchado ahora que Netflix se ha hecho con los derechos de emisión internacionales.

En honor a la verdad, debo reconocer que me costó mucho engancharme a esta producción británica. El comienzo es algo complejo: muchos personajes, tramas que se mezclan y algunas historias que tardan en arrancar. Me pasó lo mismo con Hijos de la Anarquía. Ambas son series parecidas que tardan unos 3-4 episodios en encontrar su sitio. Una vez superada esa barrera, descubriréis dos de las mejores series de la denominada Tercera edad de oro.

Muchos recuerdos me han venido a la cabeza al ver Peaky Blinders. Las comparaciones con Hijos de la Anarquía son evidentes: un líder de una banda criminal con un coco privilegiado para tramar todo tipo de estrategias, personajes deleznables con los que empatizamos y caemos rendidos, fumadores y bebedores empedernidos, mujeres en la sombra que, en realidad, manejan —y mucho— los hilos, una ciudad atemorizada ante la ley ejercida con mano de hierro por unos gangsters

Pero, no quiero basar mi análisis en la comparación continua con Sons of Anarchy. Perdonad si no lo consigo. Hijos de la anarquía es una de mis series favoritas. Lo cierto es que aquella expresión de comparar a Dios con un gitano no funciona en esta ocasión, especialmente, cuando el gitano es el puto Thomas Shelby y cuando estamos hablando de los Peaky «fucking» Blinders.

Serie Peky Blinders

Steven Knight y la atmósfera irrespirable de Birmingham

La serie es una maravilla visual. Una joya catódica creada por uno de los grandes maestros de la ficción televisiva actual: Steven Knight. Creador de tres series que pasarán a la posteridad y en las que la recreación de una determinada atmósfera es innegociable: Peaky Blinders, Taboo (HBO) y, recientemente, See (serie de la nueva plataforma Apple TV+ y que no me cansaré de alabar y recomendar).

Knight es un obseso del detallismo. Todo va encajando poco a poco. Cada plano, cada secuencia está realmente pensada, no sobra ni falta nada. Estoy convencido que en la serie Peaky Blinders, cada columna de humo que emana de las chimeneas de la ciudad de Birmingham ha sido pensada y repensada, está ahí por algo, por un motivo: esa atmósfera de la que hablaba antes. La creatividad y la rigurosidad en el diseño de producción al servicio del disfrute del espectador resultan absolutos.

A eso hay que añadir una OST musical impecable, todas las canciones aparecen por algo y revisita grandes canciones y grupos de Reino Unido. Consiguiendo esa mezcla que funciona tan bien entre la modernidad y las escenas propias de una serie de época.

En la serie See (una de las más caras de la historia) el alarde visual a base de millones es abrumador. En Peaky Blinders, con muchos menos medios, también. Es cierto que debe echar mano de muchos planos interiores, casi teatrales. Pero Knight se adapta y sabe recrear emociones y tensión incluso en el interior de una oficina.

Todo se halla estudiado al dedillo, lo que provoca que el espectador vaya conociendo a los personajes y se vaya metiendo, poco a poco —de ahí que la serie tarde en arrancar—, en el seno de la familia Shelby: nos sentamos junto a ellos en la mesa de reuniones (perdón: otra similitud con Hijos de la anarquía), sufrimos cuando les dan una paliza o el malo de turno les quiere echar el guante.

actrices Peky Blinders

Steven Knight consigue que el espectador empatice con una familia de auténticos cabronazos. Unos mafiosos hechos a sí mismos, los cuales están dispuestos a pagar el precio más alto con tal de no regresar a los orígenes humildes de su condición de etnia oprimida; ni ser escupidos de vuelta a los suburbios de Birmingham de los que, quizás, nunca deberían haber salido.

No. La serie no es una producción de Netflix. Es una arriesgada apuesta —¡otra más!— del canal británico BBC Two. Ese canal que se atreve con las producciones más subversivas que no encuentran acomodo en el canal principal (BBC). Ese canal que nos ha regalado joyas como Line of Duty o La caza, por citar algunas.

El rigor de Knight se nota también en su obsesión por plasmar la incertidumbre de una época tan convulsa como el periodo de entre guerras.

Posiblemente, los tormentos de todos los personajes vienen determinados por esa brecha insalvable que la Gran Guerra causó en la población mundial: los hombres que se fueron al frente y no regresaron, o si lo hicieron, como los hermanos Shelby, nunca volvieron a ser los mismos; pero, también esas familias rotas, esa pérdida irreparable que solo una guerra sabe provocar. Eso es lo que trasciende en toda la serie. La amenaza latente y continua de la muerte: «Desde que concluyó la guerra estamos viviendo un tiempo de propina» (Polly).

Puedes leer más críticas como esta en nuestra sección: Análisis de series.

«Desde que concluyó la guerra estamos viviendo un tiempo de propina». (Polly)

Thomas Shelby

El maldito Thomas Shelby

Por encima de todo: Tommy Shelby. El personaje (basado en hechos reales) que se echa sobre sus espaldas toda la carga emocional de la serie, el personaje sobre el que pivotan todas las tramas.

Un personaje inolvidable. Eterno. La culpa de ello: Cillian Murphy. Uno de los mejores actores del momento y, quizás, menos reconocido. Solo el bueno de Nolan le supo dar otro papel que le venía como anillo al dedo con su caracterización del villano Jonathan Crane (El espantapajaros) en la maravillosa trilogía de Batman: El caballero oscuro.

El derroche interpretativo de Murphy es sobrecogedor. Se le cae el talento de los bolsillos. Hha construido un personaje irrepetible. Uno de esos antihéroes que tan bien están funcionando ahora en televisión, los cuales han provocao que las series actuales sean lo que sean.

De su cosecha son esos gestos impasibles, esa encarnación del mal en estado puro, esa particular forma de mirar a sus interlocutores o de arrastrar el cigarrillo por sus labios antes de encenderlo.

Esa obsesión por controlarlo todo con la excusa de hacer el bien a su familia, a Birmingham o a todo Reino Unido. Shelby se esconde tras su rostro inamovible para poner en práctica sus más oscuros deseos, sus horrendos planes.

Para él, sus seres queridos no son más que peones que sacrificar en una partida que simplemente se encuentra librando contra él mismo. Nada queda del joven Tommy idealista y pacífico, amante de las causas perdidas, cuando decide marchar al frente de batalla en la I Guerra Mundial.

«No hay descanso para mí en este mundo. Tal vez en el siguiente». (Thomas Shelby)

Si algo marca esta nueva forma de hacer televisión es la presencia de un nuevo icono narrativo: el antihéroe.

Las pantallas televisivas se están colmando de personajes muy complejos, impensables unos pocos años atrás. Personajes grises (porque no son ni blancos, ni negros) llenos de matices y aristas por descubrir. Se acabó el prota más bueno que el pan tierno, trabajador ejemplar y buen padre de familia, que se debía enfrentar a determinadas situaciones o enfrentarse a un malo malísimo.

Nada de eso, ahora nuestro héroe es un personaje distinto, ni bueno ni malo, o mejor dicho con sus luces y sus sombras. Personajes representativos a la perfección de la decadencia de la sociedad norteamericana, tan perfecta de cara a la galería, pero con quilos de mierda escondidos bajo la alfombra de puertas adentro. Por esto, miles de norteamericanos comenzaron a engancharse a estas series, se retorcieron desde la comodidad del salón de su casa y se llevaron las manos a la cabeza, al tiempo que no apartaban la mirada de sus televisores, mirando de soslayo las imágenes a través de las rendijas que sus dedos colocados en el rostro dejaban pasar. Había algo en esos seres despreciables que llamaba la atención del espectador. Expresiones como «¡Son tan reales!, ¡Le ocurre lo mismo que a mí!, ¡Yo habría actuado de la misma forma!» surgían frecuente y espontáneamente durante el visionado de las nuevas series de televisión. Al fin y al cabo, la audiencia está comenzando a empatizar con los protagonistas de las series (mayoritariamente masculinos) por muy censurables que fueran algunas de sus acciones.

Este tipo de personajes conectan a la perfección con el público joven y no tan joven. Esta generación, a la que algunos estudiosos han denominado como generación Z, es una generación de jóvenes desnortados que no encuentran su sitio en el mundo, un mundo que les ha dado la espalda en demasiadas ocasiones a través de la gran crisis económica mundial, la corrupción de la clase política y los problemas sociales de desempleo.

Esta es la sociedad que ha comenzado a reflejarse en las series de televisión, esta es la sociedad en la que nuestros antihéroes han de abrirse paso hasta llegar a la tierra prometida de Ítaca. El viaje del antihéroe ha comenzado y necesita tu ayuda y empatía para poder lograrlo ¿Estás preparado?

La familia Shelby

Acompañando al bueno de Cillian Murphy, los adjetivos se me siguen quedando cortos con él, tenemos un reparto coral impresionante.

Lo de Paul Anderson (Arthur Shelby) es para hacérselo mirar. Su recreación de un personaje roto hasta la médula es emocionante. Lo mismo cambia de una escena cómica —si es que hay algo cómico en esta serie—, para aligerar la carga dramática, a protagonizar un brutal asesinato que nos hace dirigir la mirada hacia otro sitio o a arrebujarnos en la manta de nuestro sofá, incrédulos ante el horror que estamos presenciando.

«¿Quién quiere estar en el cielo, eh? ¿Quién quiere estar en el cielo cuando podrías estar mandando hombres al maldito infierno?» (Arthur Shelby)

Las chicas, majestuosas. Como ya hemos hablado en otra ocasión, las que realmente mueven los hilos en la sombra a través de distintas armas —basadas principalmente en el ingenio— para salir a flote en un mundo machista que trata de acallarlas, ¿sin éxito?: dominación a través del sexo, lazos de sangre, poder; herramientas para dominar a los hombres y al patriarcado.

«Cuando no hay reglas, las mujeres toman el cargo». (Tatiana Petrovna)

Como guinda el fichaje de cuatro actores repletos de talento: Sam Neill (Inspector Campbell), Aidan Gillen (Aberama Gold), Adrien Brody (Luca Changretta) y, por encima de todos, Tom Hardy (Alfie Solomons).

Andrien Brody se pasa, como otros tantos, al mundo de las series para encarnar a uno de los peores villanos de la producción. Su rictus de italiano pagado de sí mismo es digno de Óscar o, al menos, de una peli de Scorsese.

Aidan Gillen, como siempre, espectacular. Vuelve a meterse en un papel complicado como el de Meñique en Juego de tronos, o el del mítico político Carcetti en la imprescindible The Wire (¿la mejor serie de la historia?).

Para el final, el «jodido» Tom Hardy. Personaje mítico el que nos ha vuelto a regalar. Un absoluto tarado que casi perturba el rictus siempre impertérrito de Tommy Shelby. Tan pronto te traiciona como te partes de risa con sus locuras. Se nota que el creador Steven Knight y él son buenos amigos, no me extrañaría que Knight le dijera: «haz lo que te de la real gana en pantalla». Fruto de esta amistad surgió años después el proyecto de Taboo (HBO) escrito y producido por ambos.

«Si aprietas el gatillo, de acuerdo, apretarás el gatillo por una maldita razón honorable. Como un hombre honorable, no como un jodido ciudadano que no comprende la retorcida manera en la que funciona nuestro mundo…». (Alfie Solomons).

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Hasta pronto Tommy

Peaky Blinders es una especie de procedimental por temporadas, en el cual, en cada entrega Tommy se enfrenta a un enemigo temible. Lo que vamos descubriendo, especialmente con la última y reveladora escena de la quinta temporada, es que su principal enemigo no es otro que él mismo.

Steven Knight ha afirmado en varias ocasiones que su idea es la de terminar la serie en la séptima temporada. El rodaje de la sexta que iba a comenzar en abril de 2020 se ha retrasado por causa del coronavirus. Así que habrá que esperar a principios o mediados de 2021 para poder disfrutar de ella.

Sin duda esta serie ha entrado en el olimpo formado por un puñado de selectas escogidas: Los Soprano, The Wire, Breaking Bad, Hijos de la Anarquía… Todas ellas —¡qué casualidad!— protagonizadas por antihéroes de los cuales nos enamoramos perdidamente. Nos atrae la mirada sensual del lado oscuro que todos llevamos dentro, que todos cargamos, ¿no es así Tommy?

«La única manera de garantizar la paz es hacer que la expectativa de la guerra parezca inevitable». (Thomas Shelby)

 OST de la serie Peaky Blinders

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5 COMENTARIOS

  1. Genial artículo, Cris, como de costumbre. Sabes que he descubierto a los Peaky fucking Blinders hace poco, pero ya ando flipado con Tommy, Arthur, Alfie y compañía. Una serie que debería estar en todos los top 10 de series de este siglo. Brutalísima en todos sus aspectos, y lo de Cillian Murphy de otro planeta.

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