Crítica sin spoilers de Motherfatherson

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No es fácil vivir bajo la sombra de un padre poderoso

Tras el tremebundo primer capítulo de Motherfatherson, y con la esperanza de que se mantuviese la línea narrativa y se enlazaran todas esas aristas que perfilaba la trama, he de decir que he descubierto otra gran serie, de esas que te apresuras a ver en dos o tres días.

Complejísimo drama en manos de un Richard Gere que demuestra que es mejor actor de lo muchos creen, cargado de matices y experiencia. Sin embargo, y vaticinado ya desde el mismo título, está es una historia de tres: la madre, Helen McCrory; el padre, Richard Gere; y el hijo, Billy Howle.

Este trío da luz a tres personajes cargados de fuerza y profundidad, y lo han logrado imprimiendo la misma fuerza y profundidad a su interpretación.

Serie Mother Father Son

Cabe mencionar la participación de la actriz Elena Anaya, interpretando a Sophia, la segunda esposa del poderoso empresario encarnado por Gere. Su papel, aunque parezca irrelevante en el comienzo, va ganando peso (nunca mejor dicho) a medida que se acerca el final de la temporada, y es, además, la única persona que pone en jaque de alguna forma la aptitud déspota, calculadora y despiadada de Max.

Aún así, ahí queda esa imagen final que despierta una inquietante sospecha en el devenir de los acontecimientos futuros.

Ninguno de ellos sería sin los otros dos, pero en honor a la verdad, el colosal trabajo adaptativo de Billy Howle sin duda debe abrirle muchas puertas en un futuro no muy lejano. Además, ellos tres están perfectamente acompañados por el resto del reparto de esta historia que podemos ver ya en el canal Starzplay de AppleTV. Un canal que ya está marcado en mi lista de intereses y prioridades.

Y luego está el modo británico de hacer series. Esa pausa, esa calma, esa contenida beligerancia y esa latente tensión al borde del colapso está tan presente en esta primera temporada (porque me da que habrá una segunda) como el carácter cínico, enfermizo, metafórico y cautivador de su narrativa, dialéctica, música y lenguaje visual. Todo ello consigue sumirte en una constante intriga y desazón, conducida a través de un guión sesgado, sosegado y sobrecogedor que hace inteligente al espectador.

Puedes ver todas mis críticas de Victor Mirete haciendo clic en el enlace.

Si bien carga a menudo las tintas en su elaborado y reflexivo adoctrinamiento social, político y familiar, lo cierto es que alejarse del discurso manido y pedante mediante situaciones ambiguas y capciosas que atrapan al espectador en una continua costura, hasta fabricar una subjetiva tela con la que enfrentarte a las contundentes decisiones y aptitudes de los personajes.

La historia, mezcla con armónico balance el drama familiar y el contexto político, siendo ambos dos los pilares para construir un thriller oscuro y sinuoso en donde el poder, la influencia de la prensa y la corrupción se baten en duelo con los principios éticos, la familia y el sentimiento de culpa. Todo ello planteado en un presente ficticio que no deja de ser altamente reconocible.

Por si fuese poco, hacia tiempo que no veía una historia de amor tan sincera, elegante y bella como la que tiene lugar en esta serie, muy justificada y muy necesaria.

El pero que puede encontrarse, y en el que quizá reparen los más analíticos y quisquillosos, es que por momentos no sabes discernir si el enfoque es más político que dramático familiar, o viceversa. Personalmente. En esa fusión ambigua de los acontecimientos, es donde está el toque diferencial de un guión preciso y que se centra el la concreción de cada cosa para no abarrotar al espectador con exceso de información en cada tema que abordan.

En muchos momentos, el estilo Shakespeariano se deja ver con trafica crudeza. Las continuas digresiones que hacen desde y a partir de la estructura principal dotan a todos y cada uno de los personajes de entidad propia, pero a la vez engranan a la perfección con el entorno.

Todos somos producto de aquello que nos rodea.

Estamos vinculados a través de la sangre y del sistema, y todos nuestros actos tienen una consecuencia para nosotros mismos y para los demás. Así, el carro de emociones y situaciones anímicas en el que va subida la vida octocapitular de la serie, está en continuo traqueteo, ascenso y descenso.

A ese combinado, Tom Rob Smith (del creador de ACH: El asesinato de Versace), dibuja una línea visual sobria, fría, efectiva y pragmática.

Una serie británica, producida por la BBC, que tiene visos de convertirse en una de las más relevantes de este primer trimestre de 2020, o en una decepción. Depende de cómo encajen ese capitulo final algo descafeinado, y que podría haber dado mucho más de sí.

Veremos qué sucede, por lo pronto, recomendable es, y bien se merece un notable, aunque sea bajo.

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