La amistad y los negocios son como el agua y el aceite

Con esta frase del mítico Michael Corleone abro mi crítica de El irlandés.

Martin Scorsese es un virtuoso del celuloide. Lo ha demostrado durante cincuenta años y lo sentencia con este epílogo de gánster.

Pocos cineastas narran con tanta energía y profundidad a la vez. Su miscelánea a la hora de estructurar el árbol de tramas es como un caótico lienzo de trazos que va tomando forma a medida que te acercas a él, hasta que de repente se convierte en una obra de arte con tanto expresionismo como impresionismo. Es sin duda uno de los cinco genios de la dirección cinematográfica, y esta vez ha conformado la que puede considerarse su obra cumbre.

Tres horas y media. ¿En serio? Asusta, la verdad. Es uno de esos factores que te hacen permanecer alerta. ¿Será necesario tanto metraje? Pues sí, y si no lo era, apenas te das cuenta de que has pasado casi cuatro horas sentado en un sofá viendo un maravilloso despliegue catódico.

 La perfección con la que presenta cada plano, con la que construye cada personaje, con la que rueda cada secuencia, con la que introduce cada música y con la que ambienta cada escena es sencillamente abrumadora. Es sutil, dinámico, adictivo, sugerente… El irlandés es esa mezcla de cine clásico y cine postmoderno rodado con total libertad y pulcritud. Es la vuelta al mejor cine de mafiosos, a su mejor cine de gánster, al cine con mayúsculas.

Para colmo, ha sido capaz de recuperar al mejor Robert de Niro, al mejor Al Pacino y al mejor Joe Pesci. Los dos primeros sin salirse de su registro interpretivo el cual reviven a la perfección, sin fisuras; y el tercero en discordia, a mí parecer el más memorable, consigue firmar su reválida para el Oscar a mejor actor de reparto. En definitiva, tres colosos de la mafia cinematográfica que solo podían volver a reunirse por una buena causa: por Martin Scorsese, por El irlandés.

Si hubiese estado vivo Marlon Brando, esta película tendría reservado un gran papel para él.

Parece que ya todo va a ser igual en lo que se refiere a las historias sobre mafia, que ya está todo inventado y narrado, y que solo cabe repetirse, pero el truco está en los personajes, en su evolución, sus flaquezas, sus motivos, sus diálogos y sus finales. Un crimen es un crimen, no tiene más. Lo verdaderamente importante es como ese crimen se adentra en la vida de las personas y en la de un país. Porque al final, este film también habla del crimen organizado y de una parte de esa América ensuciada.

Scorsese ha puesto voz durante cincuenta años a este género y tras Goodfellas, esta quizás sea la obra que hacía falta para rematar la jugada. El toque melancólico, crepuscular y redentor es lo que da a El Irlandés el matiz diferenciador, y lo que la ensalza por encima de sus anteriores cintas, porque en definitiva tiene lo mejor de cada una de ellas y algo más.

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Una vigorosa crónica de sucesos reales y no resueltos, narrada a través de una envolvente voz en off y compuesta por una sucesión encadenada de flashback, dando forma a un guión meticulosamente montado y un montaje dinámicamente guionizado. Además, la veracidad en el lenguaje y la jerga mafiosa es milimétrica, digna de una gran adaptación del testimonio de Frank Sheeran y del libro  «I Heard You Paint Houses», de Charles Brandt.

‘Me han dicho que eres bueno pintando casas.’

Volviendo a la longitud de metraje. Para quienes les resulte tedioso o complicado logísticamente el ver tres horas y media del tirón, no está de más ver la película a modo capitular. Si la divides en cuatro partes se queda una miniserie de cuatro capítulos de cincuenta minutos muy correcta. Ahí lo dejo.

La última media hora de la película es brillante, trepidante, emocionante, acongojante. Es como uno de esos grandes capítulos que cierran las grandes series. Todo lo anterior se ve honrado con este final que nos ha regalado el bueno de Martin, que pese a sus frentes abiertos con Marvel y los con los contrarios a las plataformas streaming, demuestra que el cine está por encima de toda crítica.
El irlandés: posiblemente la mejor película de mafia tras el Padrino. Se avecinan unos premios Oscar muy reñidos.

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