Analizamos Black Mirror: The Waldo Moment

Black Mirror, lo ha vuelto hacer, nos ha dejado a todos sobrecogidos y ojipláticos ante un futuro que está a la vuelta de la esquina, y eso amigo mío, es lo que más asusta de todo.

El futuro que nos espera, no será, por más que se empeñen, un mundo lleno de robots y coches voladores, sino que se asemejará mucho a lo que nos propone Charlie Brooker, un futuro apocalíptico en mano de las nuevas tecnologías de la información.

No suelo hablar de la televisión española, pues no se ha ganado ni creo que se gane mi respeto por los restos, pero el programa de Salvados (Jordi Évole) sobre un supuesto amaño del golpe de estado durante el famosos 23-F me ha hecho reflexionar y pensar, esto ya lo he vivido, el fin del mundo que preconiza Black Mirror ya está aquí. Jordi Évole ha sembrado la alarma social, al igual que Orson Welles aterrorizó al mundo con su versión radiofónica de la Guerra de los Mundos. La culpa no es de Évole, la culpa es del poder que el ser humano le ha dado a la televisión y a los medios, y eso es lo que nos molesta.

vopta por waldo

En el episodio 1×03 The Waldo Moment, sin duda el mejor de la segunda temporada de Black Mirror, Brooker nos invita a reflexionar sobre la importancia de los personajes mediáticos, la inmediatez de Internet y lo efímero de los nuevos fenómenos sociales. Los personajes públicos, en este caso políticos, son gigantes que caminan sobre pies de barro, a lo largo de la delgada línea que dictamina la viralidad de la audiencia.

La viralidad de Internet

Y es que la audiencia, es un virus, nada más y nada menos. Un virus que acaba con todo lo que se pone por delante y que coloca arriba o abajo a un personaje, a una noticia, con la misma facilidad con que nos cambiamos de camisa todos los días.

Pero en un mundo dominado por el poder de la imagen, la instantaneidad de las noticias  ¿Tiene cabida esa audiencia? Es decir ¿Es soberana la audiencia de elegir a sus líderes? ¿Sabe el ser humano hacia donde va cuando camina en masa hacia un futuro incierto?

Crisis política

The Waldo Moment plantea un ejercicio de reflexión que en España ya se planteó con el famoso (ahora casi olvidado) baile del Tchiki Tchiki, en el que la audiencia, soberana, decidió que un casposo personaje inventado, fuera a hacer el ridículo al festival de Eurovisión, siendo aquel pelele mediático el que representara a España en uno de los festivales de música más absurdo y obsoleto del viejo continente.

En tiempos de crisis moral, y obviamente en tiempos de crisis financiera, son muchas las voces que piden una figura única que nos represente, alguien capaz de echarse el muerto a la espalda y tirar de un carro social incapaz de gobernarse por si mismo. La masa es estúpida pensarán algunos, o posiblemente la masa está tan harta del sistema actual que no duda de dinamitar los límites preestablecidos, a través del poder que las redes sociales le ha dado.

personajes episodio the waldo monment

Las redes sociales

Las redes sociales (Facebook, YouTube y Twitter) dominarán el mundo y democratizarán el mundo hasta límites insospechados. Un ciudadano, un voto.

En The Waldo Moment, la sociedad británica convierte en héroe a un personaje de dibujos, que se atreve a escupir a la clase política del país, ese pequeño osito bastardo y azul, se convierte en el abanderado de una población angustiada, siendo capaz de esgrimir la espada de la justicia que corta todo lo que se interpone en su camino.

Como moraleja, finalmente el oso Waldo no gana las elecciones, pero hace tambalear los cimientos políticos de una sociedad tan conservadora, al menos en las formas, como la británica. Al tiempo que el humorista ídolo de masas, acaba denostado por un personaje que lo fagocita y que a modo de epílogo, y como en toda buena cinta de terror, se convierte en el dueño y señor del mundo.

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