Crítica episodio 4×09 The Walking Dead

Comienza el segundo tramo de la temporada 4 de The Walking Dead

AMC estrenó ayer en las pantallas USA ¿Todavía ve alguien las series en castellano? la continuación de la cuarta temporada de The Walking Dead, con el esperado episodio «4×09 After» que tras el huracán del último episodio 4×08 ha dejado al espectador con una cierta de sensación de desasoiego, motivado por el brutal cambio entre la acción más pura -engalanada por kilos de casquería- y los episodios más intimistas y reflexivos.

Porque el episodio 4×09 de The Walking Dead, es uno de los episodios más minimalistas y sobrios de las últimas temporadas, que para mi gusto no pega nada para un arranque de temporada, que se esperaba espectacular y que despejara alguna incógnita.

Si bien es cierto que yo siempre me decanto por este tipo de episodios introspectivos, que nos dan a conocer al verdadero «yo» de los protagonistas, algo que ocurrió de manera magistral durante toda la segunda temporada de la serie, claro que en ese caso, la sobriedad narrativa y la acción se mezclaban como una receta de alquimia.

El episodio 4×09 es especial, y es muy interesante porque descubrimos el interior de dos personajes fundamentales, que sin duda se están perfilando como mis grandes favoritos: Carl y Michonne. Ambos están perdidos en un mundo que les asusta y les sobrepasa, y del que muy pronto deberán asumir sus riendas, son líderes naturales y la gente confiará en ellos, aunque posiblemente aún no lo saben.

Carl está entrando en la madurez a pasos de gigante, forzado por un nuevo orden social que lleva viviendo desde pequeño. Como todo buen adolescente, no alcanzará la madurez hasta que «mate» al padre freudiano. Algo que vemos de manera explícita durante la escena en la que revela sus sentimientos más profundos y secretos, ante el cuerpo agotado de su padre, al borde la muerte.

Michonne, en cambio sí ha vivido un mundo mejor, y por más que intente crear una fachada indestructible, añora a esos seres queridos que la atormentan, y a los que el espectador sólo había conocido en su versión zombie. Estaba claro que los dos zombies que llevaba esposados en la tercera temporada eran más que un señuelo, era algo que la ataba a su pasado, por lo que no es tan diferente a su némesis, el Gobernador.

La escena en la que deambula por el bosque como una zombie más, no tiene desperdicio y dice más del personaje de Michonne que mil escenas de acción juntas.

Michonne y Carl, Carl y Michonne, dos almas destinadas a encontrarse en un mundo de locos.

Gran episodio, aunque quizá mal ubicado dentro de la temporada, de los que se llevará duras críticas por parte de los que sólo esperan mordiscos y vísceras, pero cuantas pruebas necesitan para comprobar que The Walking Dead no es una serie de zombies, si no de humanos atrapados en una situación límite.

¿Y tú como reaccionarías ante tales hechos? ¿te imaginas…?